En este momento, la prioridad de Volkswagen con la gama ID es la inminente presentación del ID.Buzz, prevista para el 9 de marzo. Sin embargo, por supuesto tiene proyectos por delante, uno de los cuales es la versión definitiva del concept ID.Life. Con una estética que no pasó desapercibida en el Salón de Munich, su objetivo es posicionarse como la variante 100% eléctrica del Polo y T-Cross, dos productos con un formato diferente entre sí y por ello, el futuro ID.2 tendrá dos personalidades bien diferenciadas.
Según la revista alemana Automobilwoche, el ID.2 tendrá dos propuestas estéticas: denominada Urban, como su nombre lo indica, apuntará más a un uso citadino, con una imagen más cercana a la de un hatchback tradicional, por lo tanto, se posicionará como un equivalente eléctrico del Polo y será presentado en 2025. Un año después llegará su otra variante, el ID.2 X. En este caso, se destacará por un mayor despeje y una imagen más aventurera para convertirse en el equivalente eléctrico de la T-Cross, de hecho, contaría con dimensiones similares.
Por el momento, este anticipo lo dio la publicación alemana y no hay más datos oficiales. Vale recordar que a fines del año pasado se había filtrado el registro de patentes, anticipando el que sería su diseño definitivo. Aquellas imágenes mostraban un modelo digital del ID.Life, que conserva todos los rasgos del concept, incluso las cámaras que reemplazan a los espejos retrovisores. Con proporciones muy similares a las de una T-Cross, el prototipo recuerda a otros autos eléctricos con cierta inspiración retro por sus formas cuadradas y trazos rectos. Estas mismas líneas son a la vez las que transmiten una sensación de robustez y de vehículo bien plantado, en lo que ayudan también sus enormes llantas calzadas con neumáticos de perfil bajo –en el concept, fabricados con aceite orgánico, caucho natural y cascarillas de arroz-. Si no fuese por este detalle y su mayor despeje y altura, bien podría tratarse de un hatchback del segmento B. Su diseño resulta moderno y simpático, con los faros redondeados cuya firma luminosa dibuja su contorno, la “parrilla” –que no posee- y el emblema de la marca, también iluminado. De perfil los marcados pasarruedas aportan musculatura y como muchos vehículos actuales, el prototipo cuenta con el techo pintado de negro en contraste con la carrocería.
El registro no muestra imágenes del interior, que sí podría sufrir modificaciones más importantes respecto al concept. A modo de referencia, el ID.Life luce un estilo muy minimalista: en el tablero sólo se asoma el volante –con la parte superior abierta y una pantalla táctil en el centro desde donde se comandan muchas de las funciones del vehículo- y un soporte para el celular, que se fusiona con el sistema multimedia y proyecta algunas de sus funciones sobre la plancha central. Asimismo, al contar con un sistema de conducción autónoma, cuando este está activo, puede desplegarse una enorme pantalla en el parabrisas para ver películas o videojuegos. Para mayor comodidad de los ocupantes, los respaldos de las butacas delanteras pueden rebatirse, dando forma a un enorme sofá con el respaldo en las plazas traseras o una cama de 2 metros de largo.
Mecánicamente, el B-SUV parte de la base de la conocida plataforma modular eléctrica pero con algunas modificaciones. En primer lugar, deja de lado la tracción trasera o integral que caracterizaba a esta arquitectura para pasar a contar con tracción delantera. En este caso, su motor desarrolla 234 CV y es alimentado por un paquete de baterías de iones de litio ubicadas por debajo del piso, que poseen una capacidad de 57 kWh. Con ellas, el ID.Life puede recorrer la nada despreciable cifra de 400 kilómetros según el ciclo WLTP.