Desde hace tiempo se venía rumoreando que Volkswagen estaba trabajando en un producto más pequeño y accesible que el exitoso ID.3. Primero se habló de una suerte de “Polo eléctrico”, pero considerando las preferencias actuales, se apuntó a un B-SUV o crossover y es justamente lo que representa el nuevo ID.Life.
Con proporciones muy similares a las de una T-Cross, el ID.Life recuerda a otros autos eléctricos con cierta inspiración retro por sus formas cuadradas y trazos rectos. Estas mismas líneas son a la vez las que transmiten una sensación de robustez y de vehículo bien plantado, en lo que ayudan también sus enormes llantas calzadas con neumáticos de perfil bajo –fabricados con aceite orgánico, caucho natural y cascarillas de arroz. Si no fuese por este detalle y su mayor despeje y altura, bien podría tratarse de un hatchback del segmento B. Su diseño resulta moderno y simpáctico, con los faros redondeados cuya firma luminosa dibuja su contorno, la “parrilla” –que no posee- y el emblema de la marca, también iluminado. De perfil los marcados pasarruedas aportan musculatura y como muchos vehículos actuales, cuenta con el techo pintado de negro en contraste con la carrocería. Y allí se oculta una de las particularidades del prototipo: su techo es desmontable y está construido en base a botellas PET recicladas, material que también fue utilizado para el capot. Esta idea ecológica está representada además en otros detalles: la carrocería está barnizada con una capa transparente de virutas de madera y un endurecedor de base natural.
Puertas adentro, minimalismo total. Más allá de que esto lo asemeja aún más a vehículos de la década del 70 u 80 por su simplicidad –como la primera generación del Golf-, el ID.Life está cargado de tecnología “oculta”. En el tablero sólo se asoma el volante –con la parte superior abierta y una pantalla táctil en el centro desde donde se comandan muchas de las funciones del vehículo- y un soporte para el celular, que se fusiona con el sistema multimedia y proyecta algunas de sus funciones sobre la plancha central. La otra sorpresa es que, mientras se utiliza un sistema de conducción autónoma, puede desplegarse una enorme pantalla en el parabrisas para ver películas o videojuegos. Para mayor comodidad de los ocupantes, los respaldos de las butacas delanteras pueden rebatirse, dando forma a un enorme sofá con el respaldo en las plazas traseras o una cama de 2 metros de largo. Por supuesto, el interior también está construido con molduras de madera reciclada y tapizado ecológico.
Mecánicamente, el B-SUV parte de la base de la conocida plataforma modular eléctrica pero con algunas modificaciones. En primer lugar, deja de lado la tracción trasera o integral que caracterizaba a esta arquitectura para pasar a contar con tracción delantera. En este caso, su motor desarrolla 234 CV y es alimentado por un paquete de baterías de iones de litio ubicadas por debajo del piso, que poseen una capacidad de 57 kWh. Con ellas, el ID.Life puede recorrer la nada despreciable cifra de 400 kilómetros según el ciclo WLTP.
Por el momento se trata sólo de un prototipo, un pequeño adelanto de lo que se viene, que como es habitual en los vehículos de la gama ID, el diseño se mantiene con bastantes pocos cambios, por lo que su apariencia será casi la misma. Su nombre aún no está definido, pero estimamos que será denominado ID.2, dejando espacio para el ID.1, sucesor del e-Up! y también plantea otro desafío para la compañía: deberá costar alrededor de 20.000 euros, para que sea un vehículo accesible y ayude a masificar la llegada de los eléctricos.
Al respecto, Ralf Brandstätter, CEO de Volkswagen, afirmó: “El ID.Life es nuestra visión de la próxima generación de la movilidad urbana totalmente eléctrica. El prototipo proporciona una visión previa de un modelo de la gama ID y enfocado en las necesidades de los clientes más jóvenes».