Anticipado desde hace meses atrás tanto por la propia marca como por filtraciones que se fueron conociendo en los últimos días, la nueva generación del SL era uno de los productos de Mercedes-Benz que más expectativas generaba. La primera buena noticia fue su continuidad –algo que llegó a estar en duda-, eso sí, con un profundo replanteo: volvió a ser un 2+2 y su desarrollo estuvo 100% a cargo de la división AMG, que priorizó la deportividad y le dio un nuevo posicionamiento: reemplaza al Clase S Coupé y, muy probablemente, también al GT Roadster, lo que le permitirá rivalizar con GT’s como el BMW Serie 8, pero también con otros íconos como el Porsche 911 Cabriolet o la Ferrari Portofino.
Estéticamente, se nota claramente su enfoque más deportivo. Luce la tradicional parrilla Panamericana –propia de AMG- con barras verticales cromadas, faros más rasgados y enormes tomas y canalizadores de aire. Sus líneas son más fluidas que en otros vehículos de la firma de Stuttgart, con superficies limpias y sin detalles sobrecargados. De perfil se destacan las grandes llantas de aleación y, en el caso de ir cubierto, su elegante capota de lona, dejando de lado el techo rígido de sus antecesores. El remate posterior es bastante similar al del CLS, con faros finos que continúan el diseño de la parte trasera y las cuatro salidas de escape.
Puertas adentro, es imposible no comenzar hablando de la enorme pantalla flotante del sistema multimedia MBUX heredada directamente del Clase S, pero que agrega una funcionalidad más: teniendo en cuenta que se trata de un descapotable y los rayos del sol muchas veces impiden su correcta visualización, posee unas guías que permiten inclinarla varios grados acercándola o alejándola del tablero. En ese mismo sentido, el instrumental, también 100% digital, a cargo de un display de 12,3” está más embutido sobre la visera que o cubre, facilitando su visión. Como era de esperarse, equipa un avanzado sistema de reconocimiento de voz con inteligencia artificial y un sinfín de funciones de conectividad tanto con el usuario como con servicios de internet. También toma del Clase S el nuevo volante con rayos dobles y centro redondeado al que agrega dos botones que actúan como selectores de modos de conducción.
El diseño del habitáculo combina la deportividad típica de un vehículo de AMG con la elegancia de la gama más alta de Mercedes-Benz. Deja de lado los trazos más rectos de la generación actual por líneas más redondeadas y fluidas junto con las salidas de aire circulares tipo turbina de avión con un llamativo sistema de iluminación ambiental personalizable. Como detalles de refinamiento, los revestimientos son de cuero nappa microperforados, cuenta con el escudo de Affalterbach bordado en los apoyacabezas y un equipo de sonido Premium Burmeister.
Otra característica destacable es que el SL volverá a la clásica configuración 2+2 que había abandonado en 1989, prometiendo un mayor espacio para los pasajeros traseros, siempre teniendo en cuenta las limitaciones de un roadster de este tipo.
Desarrollado sobre una nueva plataforma exclusiva para deportivos denominada MSA y derivada de la MRA 2 del AMG GT, inicialmente se ofrecerá en dos versiones: SL 55 4Matic+, impulsada por un V8 4.0 biturbo que desarrolla 476 CV y 700 Nm de torque, que puede acelerar de 0 a 100 km/h en 3,9 segundos y alcanzar los 295 km/h; y SL 63 4Matic+, con el mismo V8 pero llevado hasta los 585 CV y 800 Nm de par, con el que puede acelerar de 0 a 100 km/h en 3,6 segundos y llegar a los 315 km/h. En ambos casos, la transmisión es automática de doble embrague y 9 velocidades y el sistema de tracción es integral 4Matic. Al igual que el nuevo Clase S cuenta además con eje trasero direccional y barras estabilizadoras activas.
La producción del nuevo SL comenzará a principios de 2022, mientras que la entrega de las primeras unidades está prevista para mediados de año. ¿Llegará a nuestro país? Aún no está confirmado, pero creemos que sí ya que el icónico Sport Leicht siempre formó parte de la gama local.